Espías en Pearl Harbor

En febrero de 1941, al tiempo que la Flota Combinada dirigida por el almirante Yamamoto comenzaba la planificación del ataque a Pearl Harbor, se ordenó al Tercer Departamento del Estado Mayor de la Marina Imperial (la sección de inteligencia) reforzar su red de información en Hawaii.

Para los japoneses, establecer redes de espionaje en las islas Hawaii era relativamente sencillo. En el archipiélago vivían 40.000 ciudadanos japoneses, además de otros 120.000 norteamericanos de origen japonés. Entre ellos, los japoneses contaban con un numeroso grupo de informadores a sueldo, además de los colaboradores ocasionales. El cónsul de Japón en Honolulu era un diplomático tradicional sin ningún interés por cuestiones de espionaje. Era el vicecónsul, Otojiro Okuda, quien estaba a cargo de las labores de información.

Por petición de la Marina, el cónsul fue sustituido a mediados de marzo por Nagao Kita, un hombre muy vinculado a la Marina Imperial y colaborador habitual del Tercer Departamento. Dos semanas después, el 27 de marzo, llegó a Honolulu el alférez de navío Yoshikawa, un agente del Tercer Departamento experto en la marina estadounidense. A partir de ese momento, Yoshikawa se encargaría del trabajo de campo, vigilando los movimientos de la flota y las instalaciones militares. Okuda siguió al frente de su red de informadores locales, mientras que el cónsul Kita era el encargado de recopilar la información y transmitirla a Tokio. Las comunicaciones se hacían normalmente por medio de telegramas, usando las redes comerciales, pero previamente codificadas con la máquina Púrpura (la máquina de cifrado utilizada en las comunicaciones diplomáticas japonesas). Los mensajes menos urgentes se enviaban por valija diplomática, un medio mucho más seguro, pero demasiado lento para utilizarlo en la mayoría de los casos. A pesar de ello, los japoneses se sentían seguros, ya que el código Púrpura era considerado indescifrable.

Takeo Yoshikawa:

Takeo Yoshikawa
Antes de la llegada de Yoshikawa, el encargado de vigilar los movimientos de la flota norteamericana era Otto Kühn, un ex-marino alemán, supuestamente un médico retirado, en realidad un espía profesional que había ofrecido sus servicios a los japoneses a cambio de dinero. Tras la llegada de Yoshikawa, el Tercer Departamento decidió que Kühn se mantendría en reserva, para el caso de que la red del consulado quedase neutralizada (podía ocurrir si las relaciones entre los dos países seguían empeorando y el gobierno norteamericano decidía cerrar el consulado en Honolulu, dejando a los japoneses sin sus fuentes de información cuando más necesarias serían). Yoshikawa y Kühn acordaron un sistema de comunicación a través de una radio de onda corta y un código de comunicaciones óptico (luces encendidas, ventanas abiertas o cerradas, cortinas de determinados colores...) para poder enviar mensajes a algún submarino desde su casa en la playa en caso de urgencia.

Otto Kühn:

Otto Kühn
Takeo Yoshikawa llegó a Hawaii con el nombre falso de Tadashi Morimura, con el supuesto cometido de hacer un estudio jurídico para el ministerio japonés de Asuntos Exteriores sobre la situación de los nisei, los americano-japoneses de segunda generación. Era un joven atractivo y adinerado de 29 años, que pronto comenzó a llevar una vida aparentemente despreocupada, ocupado en fiestas, esgrima, golf, mujeres y alcohol. Se instaló en una casa de campo con vistas a la isla Ford y al cuartel de Hickam Field. Pescaba y practicaba remo entre los buques fondeados en la bahía, se hizo socio de un club aéreo y con frecuencia sobrevolaba Oahu en aviones alquilados, se hizo habitual de los restaurantes y clubs frecuentados por oficiales, y también de los bares del puerto, donde debido a sus frecuentes borracheras protagonizó más de un escándalo sonado. Ayudado por algunos colaboradores locales escogidos de la red de Okuda, como un funcionario del consulado llamado Richard Kotoshidoro, o el taxista John Mikami, ambos con nacionalidad estadounidense, se dedicó a recopilar información y a responder a los cuestionarios enviados por Tokio. No se arriesgaba, trataba de no mostrarse demasiado curioso, y nunca trató de colarse en zonas de acceso restringido (para eso tenía a ayudantes como el taxista Mikami, que solía llevar de vuelta a la base a los marineros borrachos).

El 1 de noviembre llegó a Pearl Harbor el Taiyo Maru, el paquebote que cubría la línea regular entre Tokio y Honolulu. Era su último viaje, ya que debido a la crisis entre los dos países las líneas civiles iban a ser interrumpidas. El Taiyo Maru había seguido una ruta nada habitual: por el Pacífico Norte dirección este, entre las Aleutianas y Midway, para luego girar al sur y llegar a Hawai desde el norte. Esa iba a ser la ruta de ataque de la flota japonesa, y los servicios de información de la Marina querían conocer el tráfico marítimo que se podían encontrar, las condiciones meteorológicas y el estado del mar. El Taiyo Maru hizo el viaje sin contratiempos, sin avistar un solo barco en toda la travesía.

El Taiyo Maru:

Taiyo Maru
Camuflados entre la tripulación del Taiyo Maru llegaron a Pearl Harbor dos agentes del Tercer Departamento, los tenientes de navío Suzuki y Maejima. Tras desembarcar, Suguru Suzuki se puso en contacto con Yoshikawa y el cónsul Kita, que le pasaron toda la información que habían recopilado sobre las instalaciones y las defensas estadounidenses. También había llegado el momento de “despertar” al espía durmiente. A través de Yoshikawa, Suzuki dio instrucciones a Kühn para que estuviese preparado para reanudar sus actividades en cuanto recibiese la señal. Mientras tanto, el teniente Maejima hacía sus propias indagaciones sobre le terreno: cuando regresó al Taiyo Maru llevaba varios lotes de tarjetas postales con vistas aéreas de Pearl Harbor, que había comprado en las tiendas para turistas. Esas fotografías sirvieron a los pilotos de la fuerza de ataque japonesa para identificar sus blancos.

Vista aérea de Pearl Harbor, octubre de 1941:

Pearl Harbor
Esta visita de los espías japoneses del Taiyo Maru pasó desapercibida a los agentes del FBI, pero no así muchas otras de las actividades de las redes locales. Los japoneses no imaginaban hasta qué punto sus movimientos estaban siendo controlados. Casi desde el momento en el que desembarcó en Honolulu, Yoshikawa estuvo sometido a vigilancia. Su teléfono estuvo pinchado, y su casa vigilada, aunque el FBI no consideró sus actividades peligrosas y le dejó hacer sin intervenir en ningún momento. Lo cierto es que el FBI tenía en su contra la despreocupación con la que todo el mundo veía la creciente crisis política con Japón. En una ocasión, una queja de la compañía telefónica les obligó a retirar las escuchas que habían instalado en el consulado japonés, para evitar el escándalo que habría supuesto que se llegase a conocer que el FBI estaba espiando a diplomáticos. Sin embargo, continuaron con una discreta vigilancia a los agentes japoneses identificados. Hubo dos llamadas registradas por el FBI en los días previos al ataque a Pearl Harbor que tenían que haberles puesto en alerta, pero ellos, como todos los demás, no supieron ver el nivel real de la amenaza. Una fue de un agente japonés al que el FBI mantenía en vigilancia llamado Otozo al cocinero del consulado, la noche del 3 de diciembre: “Quema los documentos. Es la guerra”. Otra fue el día antes del ataque, el 6 de diciembre, cuando un dentista llamado Mori (que también tenía intervenido el teléfono por ser sospechoso de espionaje) recibió una llamada desde Tokio, de alguien que hacía curiosas preguntas sobre el tipo de flores que se podían ver en Honolulu (una clave bastante evidente para referirse a las clases de buques que se encontraban en la base).

Además del FBI, que tenía competencias en contraespionaje en territorio norteamericano, la inteligencia militar también tenía sus medios para controlar las actividades de los agentes japoneses. El código Púrpura, el utilizado para las comunicaciones diplomáticas japonesas (y como ya se dijo para las comunicaciones entre Tokio y sus agentes en Hawaii) estaba siendo sistemáticamente descifrado. Los mensajes Púrpura descodificados tenían el nombre en clave de Magic. Muy pocas personas tenían acceso a Magic. Una de ellas era el general MacArthur, en las Filipinas, pero en Hawaii nadie sabía de su existencia. En Washington, los servicios de inteligencia del Ejército y la Marina fueron conociendo cómo Tokio pedía informes cada vez más detallados sobre los movimientos de la flota en Pearl Harbor, como el mensaje descifrado el 5 de octubre, en el que se dividía el puerto en cinco sectores y se pedía que a partir de ese momento se diesen indicaciones detalladas sobre cada uno de ellos. O el del 15 de noviembre en el que se pedía doblar la frecuencia con la que se enviaban los informes. En Washington veían cómo aumentaba la comunicación entre Tokio y Honolulu a medida que se acercaba la fecha del ataque, pero nadie consideró necesario alertar a Pearl Harbor.

Yoshikawa nunca fue procesado, a pesar de que el FBI lo tenía fichado como espía. Al comenzar la guerra fue internado con el resto del personal del consulado, y cuando pudo regresar a Japón montó una gasolinera en su pueblo natal.

Otto Kühn (sospechoso para el FBI desde 1939, por sus conocidas relaciones con importantes jerarcas nazis) sí fue detenido y acusado de espionaje inmediatamente después del ataque japonés. El 21 de febrero de 1942 fue declarado culpable y condenado a morir fusilado. Más tarde se le conmutó la pena a 50 años de prisión, y cuando terminó la guerra fue deportado a Alemania.

Yoshikawa en un programa de TV, 1964:

Yoshikawa tv

Fuentes:
Jean-Jacques Antier: Pearl Harbor
Manuel Leguineche: Recordad Pearl Harbor
http://www.fbi.gov/page2/feb05/kuehn022105.htm
http://en.wikipedia.org/wiki/Takeo_Yoshikawa
http://cryptome.org/csp/spy002/spy002.htm


2 comentarios:

  1. La pregunta → Los norteamericanos sabían del ataque de PEARL HARVOR como sabían del ataque de las torres gemelas 宠

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    1. La respuesta: Sí. Igual que el ataque a las torres gemelas, no sabían nada.
      Un saludo.

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