Las invenciones de Garbo

Garbo fue el más importante de los agentes británicos bajo el mando del Comité XX, la sección del MI-5 encargada del control de los agentes dobles y de las operaciones de desinformación. Su labor fue fundamental para engañar a los alemanes sobre la fecha y el lugar de los desembarcos aliados en el Día D. Pero Garbo comenzó trabajando por su cuenta, después de que el servicio secreto británico le rechazase cuando se ofreció a trabajar para ellos en Madrid.

La verdadera identidad de Garbo era Juan Puyol García, un catalán que había luchado en el bando franquista durante la Guerra Civil. Un buen día de 1941 Puyol se presentó en la embajada británica en Madrid y les expuso su idea: contactaría con el servicio secreto alemán y se ofrecería a espiar para ellos en Inglaterra. Después se limitaría a enviar a los alemanes los informes falsos que le preparasen los ingleses. A pesar de que su propuesta fue rechazada por los británicos, Puyol siguió adelante en solitario con su plan. Acudió a la embajada alemana y se ofreció para trabajar para el servicio secreto como agente en Inglaterra. El Abwehr sí que le aceptó, y Puyol dejó Madrid supuestamente con destino a Londres, aunque a donde realmente se dirigió fue a Lisboa. Desde allí comenzó a enviar informes a sus controladores alemanes, completamente inventados, con la única ayuda de un mapa de inglaterra, un diccioneario de términos militares y una guía naval. Con esos medios y con sus escasos conocimientos era inevitable que cometiese errores que hiciesen sospechar a los alemanes. Nunca había estado en Inglaterra, no conocía las costumbres inglesas, ni siquiera las equivalencias entre libras, chelines y peniques (por lo que lo pasaba muy mal cuando tenía que enviar las cuentas de gastos, hasta que decidió hacerlas en dólares), y todavía tenía mucha menos información de temas puramente militares, como la organización del ejército británico. Un ejemplo es este curioso intercambio de mensajes, que he sacado del libro Garbo: Doble agente, escrito por Tomás Harris, su controlador en el MI5 (en realidad son los informes auténticos que escribió Harris en 1945 en los que explicaba su trabajo con Garbo). Puyol recibió en una ocasión el siguiente mensaje:

Comunicas los números de los regimientos de infantería vistos en tu viaje a Guildford. Los regimientos de infantería no tienen números sino nombres. Tus informes carecen por ello de valor alguno. Puntualiza, por favor. Lo mismo sucede con tu alusión a la 2ª Brigada Acorazada. Disponemos de información de que está en el extranjero. ¡Espero tu aclaración!

Puyol respondió haciéndose el ofendido:

Me sorprende lo que dices respecto a la numeración de regimientos y sobre las brigadas acorazadas. ¿Nunca has oído hablar de las instituciones llamadas Ministerio de Guerra y Estado Mayor General? Hace casi un año, esas instituciones, con la finalidad de evitar el espionaje, se refieren con números a las unidades de combate. Esos números no son de conocimiento público como los nombres. Dado que en las instrucciones que me disteis cuando salí de España aludíais a esos números (lo que era cierto, puede que fuese un error, pero se le pedía entre otras cosas que buscase la localización de ciertos regimientos designados con números), supuse que estábais enterados. Por eso yo y mis agentes nos hemos esforzado siempre por descubrir los números de las unidades, lo que no ha sido tarea fácil. Tengo en mi poder pruebas que corroboran esta afirmación y la información referente a las órdenes emitidas, una de las cuales conseguí en uno de mis viajes. Comunicadme, por favor, qué procedimiento queréis que siga.

La respuesta alemana, practicamente pidiendo disculpas por haber dudado de él:

Respecto a los nombres y designación de unidades militares: Es interesante en primer lugar conocer el nombre inglés de las unidades y cuando sea posible también el número. Si no se pueden conseguir ambas cosas se han de dar una u otra. No es necesario que nos envíes pruebas porque tenemos plena confianza en ti. Tu estancia ahí sigue siendo de máxima importancia y es igualmente importante que la prolongues el mayor tiempo posible. Repito que aquí estamos sumamente satisfechos con tu colaboración.

Finalmente, en 1942 Puyol contactó en Lisboa con el MI-5 y volvió a ofrecerles trabajar para ellos. Esta vez los británicos sí que aceptaron y trasladaron a Londres a Puyol (al que pusieron el nombre en clave de Garbo, porque decían que era el mejor actor del mundo), donde comenzó a trabajar bajo el control del Comité XX.

Granadas japonesas

La primera granada de mano de fragmentación del ejército japonés fue la Tipo 10, diseñada en 1914. Pesaba 530 gramos y tenía como carga explosiva 50 gramos de TNT. Al mismo tiempo se diseñó para ella el lanzagranadas Tipo 10, un pequeño lanzador de mano.

En 1931 comenzó la producción de la Tipo 91, prácticamente igual que la anterior; tenía el mismo peso, pero se aumentó su carga explosiva a 65 gramos de TNT.

granada tipo 91
Igual que ocurrió con la Tipo 10, se diseñó al mismo tiempo un lanzador para ella, el Tipo 89. El lanzagranadas Tipo 89 era un minimortero de mano de 50 mm de calibre, con 67 cm de longitud y un peso de 4,7 Kg. Tenía un alcance efectivo de 120 metros.

Lanzagranadas Tipo 89:

lanzagranadas tipo 89
El lanzagranadas Tipo 89 se usaba para lanzar granadas de mano Tipo 91, o bien para granadas de detonación por impacto Tipo 89, con mucha más potencia explosiva. Las granadas Tipo 89 podían ser de varios tipos: de explosivo de alta potencia, de humo o incendiarias.

granada tipo 89
En 1937 se diseñó la granada Tipo 97, una mejora de la Tipo 91, más pequeña y ligera (450 gramos) pero con la misma carga explosiva, 65 gramos de TNT. Se utilizaba exclusivamente como granada de mano (es decir, sin lanzador). Fue la más usada en la guerra:

granada tipo 97
La tipo 99, introducida a partir de 1939, era la más pequeña de todas. El explosivo ya no era TNT, sino TNP (Trinitrofenol, o ácido pícrico). Era redondeada y lisa, con sólo 300 gramos de peso, y podía ser lanzada con un lanzador especial acoplado al fusil, el lanzagranadas Tipo 100, que servía para fusiles Arisaka Kipo 38 y Tipo 99:

granada tipo 99
Lanzagranadas Tipo 100:

lanzagranadas tipo 100
También se desarrollaron lanzadores acoplados a fusiles Arisaka para granadas de detonación por impacto, los lanzagranadas Tipo 2. Las granadas eran de dos clases, de 30 mm y de 40 mm.

lanzagranadas tipo 2
Las granadas de mano japonesas utilizaban el anticuado e inseguro sistema de golpear percutor para activar la espoleta de retardo. Para utilizarla primero había que quitar la anilla de seguro y luego se le tenía que dar un golpe al percutor antes de lanzarla. Explotaba tras un retardo de seis o siete segundos.

En estas fotografías se ve a un soldado quitar el seguro con los dientes, tirando de la cuerda que sujeta la anilla, y golpear el percutor con la bota. La granada quedaba así lista para ser lanzada:

Granadas japonesas
Granadas japonesas
Soldado japonés lanzando una granada; Guadalcanal, 1942:

Granadas japonesas
Soldados del 13er Ejército japonés con un lanzagranadas Tipo 89 de 50 mm durante la operación Zhejiang-Jiangxi; Jīnhuá, provincia de Zhèjiāng, China, el 30 de mayo de 1942:

Granadas japonesas
Como curiosidad, una lámina en la que se describen los diversos tipos de armas que utilizaban los infantes japoneses contra los tanques enemigos en ataques suicidas ("diez hombres por un tanque"). Entre las armas utilizadas se ven granadas de mano Tipo 99 y lanzagranadas Tipo 2 acoplados a sus fusiles:

antitanque japones

Fuentes principales:
www.secondeguerre.net
www.en.wikipedia,org
world.guns.ru


¿Un error de traducción?


Un fatal error de traducción
Por William C. Coughlin (Harper's Magazine)

El que primero me refirió esto fue Kazuo Kawai, a la sazón director del Times de Tokio, influyente diario que era órgano del Ministerio de Relaciones Exteriores del Japón. Durante julio y agosto de 1945 Kawai pasó varias horas diarias en ese Ministerio.

De su diario y de sus vívidos recuerdos de aquellos agitados y oscuros días que precedieron a la rendición, sacó esta extraña historia de una simple palabra que quizás ocasionó la transformación del mundo.

Maltrecho se hallaba el Japón en la primavera de 1945: Los ataques aéreos aliados estaban destruyendo ferrocarriles, carreteras y puentes más aprisa de lo que podían reconstruirse.
Ciudades y pueblos eran ahora ruinas humeantes; millones de personas habían quedado sin hogar, y las provisiones estaban tocando a su término. Los aviones estadounidenses habían destruído cuanto quedaba de la Armada japonesa.

Pero el alto mando militar se negaba a rendirse, empeñado en luchar hasta perder el último soldado. Los militaristas decían que estaban próximos a ganar una batalla decisiva. El general Korechika Anami, ministro de la guerra, prometía que los estadounidenses serían expulsados de Okinawa.
Convencidos de que más ganaría el Japón rindiéndose que continuando la guerra hasta el final, un pequeño grupo de diplomáticos se oponían a los militaristas, y con la esperanza de obtener condiciones mejores que una rendición incondicional, iniciaron conversaciones secretas con la Unión Soviética, todavía neutral, buscando la mediación de Rusia para concertar la paz.

El antiguo primer ministro Koki Hirota visitó el 3 de junio al embajador soviético Jacob Malik, quien oyó con frialdad las propuestas. Luego, el 12 de julio, el Emperador confió al príncipe Konoye un mensaje personal en solicitud de la paz. Las instrucciones de Konoye eran volar a Moscú y poner punto final a la guerra, a toda costa.

Pero Stalin y el ministro de Relaciones Exteriores Molotov rogaron que se les excusara, alegando que estaban muy ocupados con sus preparativos para la Conferencia de Potsdam.
Como por casualidad, Stalin mencionó ante el presidente Truman, en Potsdam, que los japoneses habían expresado deseos de iniciar negociaciones. Pero el dictador soviético manifestó que Rusia había rechazado la insinuación por insincera.

El ultimátum de Potsdam fue publicado el 26 de julio de 1945. Lo firmaban los Estados Unidos, la Gran Bretaña y la China, y pedía la rendición del Japón o su aniquilamiento. Entre los jefes japoneses produjo una reacción de alborozo porque sus términos eran más benignos de lo que esperaban.
El documento prometía que el Japón no sería destruído como nación y que los japoneses gozarían de libertad para escoger su propio gobierno. Claramente insinuaba que el Emperador conservaría su trono.

Sin vacilación, el Emperador manifestó al ministro de Relaciones Exteriores Shigenori Togo que consideraba aceptable la declaración, y el gabinete se reunió en pleno para estudiar el ultimátum aliado.
He revisado muchos relatos japoneses de esa dramática sesión, y todos coinciden en que la decisión tomada en aquel caluroso 27 de julio era favorable a la paz. El ministro de la Guerra y los jefes del Estado Mayor se opusieron violentamente a la aceptación de las condiciones de Potsdam, pero quedaron en minoría.

No obstante, existían varias complicaciones. ¿Qué hacer con las negociaciones iniciadas por intermedio de los rusos? Sólo dos días antes había sido enviada a Moscú la última propuesta.
Otro detalle que el gabinete estaba obligado a considerar era que hasta ese momento los japoneses no habían tenido noticias del ultimátum sino por medio de la radio.
¿Podía el gobierno actuar sobre la base de esa información no oficial?

No se esperaba que la demora para anunciar la aceptación de los términos aliados fuera larga; pero mientras tanto el primer ministro Kantaro Suzuki debía recibir a los periodistas al día siguiente y era indudable que lo interrogarían acerca de la Declaración de Potsdam.

Se convino, pues, en que Suzuki diría que el gabinete no había adoptado resolución alguna sobre la demanda de los aliados. El hecho de que el gabinete no hubiera rechazado de plano el ultimátum indicaría al pueblo japonés lo que había en el ambiente.
“El gobierno no tenía intención de rechazar las demandas aliadas”, dice Kawai.

Enfrentado a la prensa el 28 de julio, el ministro Suzuki declaró que el gabinete se mantenía en actitud de mokusatsu.
Esta palabra no sólo no tiene equivalente exacto en los idiomas europeos sino que aún en japonés resulta ambigua.
Su significado puede ser “desconocer” o “abstenerse de todo comentario”.

Desgraciadamente los traductores de la agencia de noticias Domei no podían saber cuál de los dos significados tenía Suzuki en mientes y, al traducir precipitadamente al inglés la declaración del ministro, escogieron el que no era.
Las torres de Radio Tokio esparcieron por el mundo aliado la noticia de que el gabinete de Suzuki había resuelto “desconocer” el ultimátum de Potsdam.

El título a seis columnas del Times de Nueva York correspondiente al 28 de julio de 1945 indica con claridad el sentido que fuera del Japón se dio a la noticia: “La escuadra ataca al saber que el Japón desconoce el ultimátum”.

Lo demás es historia. El secretario de Guerra Henry L. Stimson confirmó en su informe sobre la decisión final de usar la bomba atómica, que el error de interpretación del vocablo mokusatsu fue lo que llevó al ataque de Hiroshima.
“El 28 de julio”, escribió Stimson, “el primer ministro del Japón, Suzuki, rechazó el ultimátum de Potsdam... Frente a tal actitud no nos quedaba otro camino que proceder a demostrar que el ultimátum era lo que decía ser. Y para tal propósito, la bomba atómica era un arma eminentemente adecuada”.

Los ataques atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki precipitaron a los rusos sobre Manchuria. Su avance siguió arrollador hasta diez días después de la rendición del Japón. Al cesar el estrépito de la batalla, Rusia había fortalecido extraordinariamente su posición en el Extremo Oriente.

¿Por qué el gobierno japonés permitió que el error de mokusatsu quedara sin aclaración? ¿Por qué no se buscó el esclarecimiento de una equivocación de tan tremendas consecuencias? Aquí entramos en el terreno de las conjeturas.

El ejército japonés estaba arrestando entonces a los que llamaba “traficantes de la paz”. Ni siquiera las posiciones elevadas servían de protección contra los fanáticos militares que arrollaban a todo el que se les oponía.
Llegar a la cima del poder de que disfrutaban cuando ocurrió la trascendental reunión del gabinete el 27 de julio, había costado a los pacifistas largos meses de labor clandestina. La situación se mantenía en precario equilibrio, con los impetuosos jefes del ejército y de la marina a duras penas contenidos.
Entonces, Suzuki y la Agencia Domei, al lanzar un aparente desafío al mundo aliado, inclinaron la balanza en favor de los militaristas. Los partidarios de la paz tuvieron que guardar silencio para salvar la vida.

Kawai renunció su cargo de director del Times de Tokio y en la actualidad es profesor de ciencias políticas en la Universidad de Ohio.
Según me dijo no hace mucho: “El hecho de no haber entendido los estadounidenses la verdadera actitud del gobierno japonés frente a la declaración de Potsdam es fácil de explicar. Pero la actitud de los rusos al no informar a sus aliados occidentales que el Japón estaba listo a rendirse es algo muy distinto”.

Y uno se pregunta si no es posible que al fortalecer la posición de los rusos en el Extremo Oriente, aquel error de traducción acarreara a los Estados Unidos y al mundo entero una cadena de graves tribulaciones.


Interesante artículo. Pero hay que hacer algunas puntualizaciones. En el artículo se dice que la declaración de Postdam "insinuaba claramente" que el Emperador conservaría su trono. No estoy muy seguro de qué significa eso de insinuar claramente, pero aparte de eso veamos qué dice la Declaración de Postdam:


1. Nosotros, Presidente de los Estados Unidos de América, Presidente del Gobierno Nacional de la República de China y Primer Ministro de la Gran Bretaña, representando a centenares de millones de nuestros compatriotas, conferenciamos y convinimos que debe darse una ocasión al Japón para poner término a la presente guerra.

2. Las prodigiosas fuerzas terrestres, navales y aéreas de los Estados Unidos, del Imperio Británico y de China, varias veces reforzadas por los respectivos ejércitos y flotas aéreas venidos del Oeste, están preparadas para asestar al Japón los golpes definitivos. Este poderío militar está apoyado e inspirado por la determinación de todas las naciones aliadas de proseguir la guerra contra el Japón hasta que el mismo deje de resistir.

3. Los resultados de la resistencia insensata de Alemania al poderío de los pueblos libres del mundo levantados contra ella son para el pueblo japonés ejemplos de una terrible claridad. Las fuerzas que actualmente convergen contra el Japón son inmensamente mayores que aquellas que batieron a los nazis, cuya resistencia sólo sirvió para arruinar definitivamente al territorio, la industria y los modos de vida de todo el pueblo alemán. La utilización total de nuestro poderío militar, apoyado por nuestra resolución significará la inevitable y completa destrucción de las fuerzas armadas japonesas y también la inevitable y completa devastación de la tierra japonesa.

4. Llegó el momento para el Japón de decidir si continuará dominado por sus consejeros militares, cuya obstinación y cálculos insensatos condujeron al Imperio japonés al borde del aniquilamiento, o escogerá el camino de la razón.

5. He aquí nuestras condiciones de las que no nos apartaremos. Son definitivas y no admitiremos retraso alguno en su aceptación.

6. La autoridad e influencia de aquellos que engañaron al pueblo japonés y condujeron a intentar una empresa de conquista mundial deberán ser para siempre eliminadas, ya que afirmamos no ser posible instaurar un nuevo orden de paz, de seguridad y de justicia, en tanto el militarismo irresponsable no sea barrido del mundo.

7. Hasta que sea instaurado un nuevo orden y que quede probado de manera convincente que el potencial de guerra japonés está destruido, los puntos del territorio japonés que se designen deberán ser ocupados a fin de que puedan alcanzarse los objetivos fundamentales aquí enunciados.

8. Las condiciones establecidas en la Declaración del Cairo serán ejecutadas y la soberanía japonesa quedará limitada a las islas Hondo, Hokkaido, Kiusu, Sikoku y las demás islas que se determinarán.

9. Las fuerzas japonesas serán completamente desarmadas y sus efectivos autorizados a regresar a sus hogares, donde podrán llevar una vida pacífica y productiva.

10. No tenemos la intención de reducir al Japón como raza a la esclavitud ni de destruirlo como nación, pero una justicia severa castigará a todos los criminales de guerra, comprendiéndose en ellos los autores de crueldades cometidas contra nuestros prisioneros. El Gobierno japonés debe apartar todos los obstáculos que puedan impedir el renacimiento de las tendencias democráticas y su fortalecimiento entre el pueblo japonés. Deben instaurarse la libertad de palabra, de religión y de pensamiento, así como el respeto a los derechos fundamentales del hombre.

11. El Japón quedará autorizado a conservar las industrias que sirvan para mantener su economía y permitan de su parte justas reparaciones «in natura)), pero no podrán conservar las industrias que le dejen capacidad de rearmarse para la guerra. Con este fin se le facilitará la adquisición de materias primas, pero no el control de estas materias primas. Se permitirá al Japón más tarde tomar parte en el comercio internacional.

12. Las fuerzas de ocupación aliadas serán retiradas del Japón después que estos objetivos hayan sido alcanzados y que, de acuerdo con la voluntad libremente expresada del pueblo japonés, se haya instaurado un Gobierno responsable y de intenciones pacíficas.

13. Instamos al Gobierno japonés a ofrecer desde ahora la rendición incondicional de todas las fuerzas armadas japonesas y a dar en tal contingencia garantías apropiadas y adecuadas de buena fe.


No se nombra en ningún momento al Emperador ni se dice nada de su futuro, pero pudo darse por aludido cuando la declaración habla de acabar con la autoridad de los que condujeron a Japón a la guerra, y, sobre todo, cuando se expresa la necesidad de eliminar los obstáculos para instaurar la democracia en Japón. Según el artículo, los mandos japoneses recibieron con alegría el ultimátum porque los términos eran más generosos de lo que esperaban, pero eso no es cierto, les estaban exigiendo la rendición incondicional.

A continuación el artículo dice que en la reunión del Consejo de Ministros del 27 de julio el gobierno japonés se mostró mayoritariamente a favor de aceptar el ultimátum aliado. La verdad es que no sé qué pasó en la reunión del Consejo del 27 de julio, pero en la que tuvo lugar en la noche del 9 al 10 de agosto, después del bombardeo atómico de Nagasaki, los ministros casi llegaron a las manos. El gobierno japonés estaba muy dividido, el poder de los ministros militares partidarios de continuar la lucha era todavía enorme. Al gobierno le costó mucho que los militares aceptasen la capitulación (hubo incluso un intento de golpe de estado), y eso después de los bombardeos atómicos. Antes habían tratado de comenzar negociaciones de paz a través de los soviéticos, pero no creo que nunca hubiesen aceptado una rendición incondicional, que era lo que pedía la declaración de Postdam.

Texto de la capitulación japonesa, con fecha del 10 de agosto de 1945:


Obedeciendo las órdenes graciosas de Su Majestad el Emperador, que preocupa do siempre de favorecer la causa de la paz mundial desea ardientemente poner fin rápido a las hostilidades para evitar a la humanidad las calamidades que le sobrevendrían con la prolongación por más tiempo de la guerra, el Gobierno japonés hizo un llamamiento hace algunas semanas a los buenos oficios del Gobierno soviético, con el cual mantenía entonces relaciones de neutralidad, para restablecer la paz entre el Japón y las potencias enemigas. Habiendo desgraciadamente fracasado esta tentativa el Gobierno japonés de acuerdo con la augusta voluntad de Su Majestad de restablecer la paz general y deseosa de poner fin, lo más rápidamente posible, a los sufrimientos indecibles causados por la guerra, decidió lo que sigue:

El Gobierno japonés está dispuesto a aceptar las condiciones enumeradas en la declaración común publicada el 26 de julio de 1945 en Potsdam, por los Jefes de los Gobiernos de los Estados Unidos de América, de la Gran Bretaña y de China, y firmada más tarde por la Unión Soviética, declaración que acredita no contener ninguna exigencia que afecte a las prerrogativas de Su Majestad como Soberano reinante. El Gobierno japonés espera sinceramente que esta interpretación de la declaración esté bien fundada y desea vivamente recibir a este propósito rápidamente una indicación explícita.


El texto se redactó tras la tormentosa reunión del consejo de ministros de aquella noche, y en él queda clara la importancia que tenía para ellos el futuro del emperador (lo convierten en el punto principal). En principio aceptan los términos de la declaración de Postdam, pero antes piden una aclaración sobre ello. Por si acaso, adelantan que su interpretación es que no hay ninguna exigencia sobre el futuro del Emperador, tratando así que antes de aceptar la rendición los aliados aseguren explícitamente que la figura del emperador no será tocada (al hacer esta petición ya se demuestra que el texto de la declaración de Postdam era al menos ambiguo en ese punto).

En resumen, en diplomacia muchas veces se dan respuestas ambiguas, y si la respuesta japonesa lo fue, habrá que pensar que era lo que querían hacer, y no un error del traductor. Los japoneses no aceptaban el ultimátum aliado, eso creo que está claro, pero no cerraban la puerta a un intento negociador que de hecho ya estaban intentando. Por eso fue la respuesta ambigua.

En mi opinión, si hubo un error de traducción no creo que tuviese ninguna influencia en la historia.

Bormann, agente de Stalin

Este es un artículo de César Vidal que da por buena nada menos que la teoría de que Martin Bormann era un espía soviético:


En marzo de 1943, la Wehrmacht obtuvo una victoria contra las fuerzas soviéticas en Járkov. Ciertamente, no se había obtenido con ella el final del Ejército Rojo pero los soldados de Stalin no daban muestra —incluso después del triunfo de Stalingrado— de poder acabar con los invasores alemanes. Con la finalidad de aprovechar de la mejor manera una iniciativa que ahora estaba en sus manos, Hitler dictó el 15 de abril las órdenes encaminadas a emprender la operación Ciudadela, que debía poner final al saliente soviético de Kursk atrapando en su interior a un número considerable de divisiones y reabriendo el camino hacia Moscú. El ataque debía tener un efecto de sorpresa pero, en paralelo a las disposiciones alemanas, los soviéticos fueron preparando un impresionante sistema de defensas con unos trescientos kilómetros de profundidad. No faltaban razones. De hecho, un agente nazi comunicó a la Abwehr que desde el 17 de abril Stalin había estado totalmente al corriente de los planes alemanes y que desde el 27 del mismo mes comenzaron a afluir refuerzos a la zona. Cuando el 5 de julio se inició la ofensiva alemana no tenía ninguna probabilidad de obtener el éxito. Efectivamente, se zanjó con una derrota seis días después que significó para Alemania la evaporación de cualquier posibilidad de victoria en el Este. 

Para ese momento, tanto el almirante Canaris, que estaba al mando de la Abwehr, como Reinhard Gehlen que había desarrollado un servicio secreto notoriamente eficaz, habían llegado a la conclusión, por vías independientes, de que el enemigo estaba recibiendo una información rápida y detallada sobre las decisiones tomadas por el Alto estado mayor alemán. Canaris, de hecho, visitó a Gehlen en Anderburgo y le comunicó que el topo en cuestión no era otro que Martin Bormann. El personaje en cuestión había sido durante muchos años un personaje muy secundario en el seno del nazismo. En 1924, había colaborado con Rudolf Hess en un asesinato, lo que se tradujo en una condena de prisión de un año, pero hasta 1928 no entró en el partido nazi. Desde julio de 1933 a 1941 fue jefe del gabinete de la oficina de Hess. Por esa época comenzó a ocuparse de tareas como la administración de los bienes de Hitler pero dada su mediocridad y su incorporación tardía al partido no despertó las suspicacias de la vieja guardia nazi. Con la desaparición de Hess, que se lanzó sobre Gran Bretaña en 1941, Bormann se convirtió en jefe de la cancillería del partido. Profundamente anti-cristiano, en 1942 envió un memorandum a los Gauleiters nazis ordenándoles acabar con las iglesias cristianas, un paso que Hitler había pospuesto hasta la posguerra. 

Dado que a la sazón Bormann era secretario personal de Hitler, Gehlen hizo saber a Canaris que la acusación, amén de grave, carecía de pruebas de peso. Finalmente, ambos oficiales de inteligencia decidieron montar un operativo que permitiera confirmar sus sospechas. El resultado fue que descubrieron que Bormann y su grupo utilizaban un transmisor de radio con el que enviaban mensajes codificados a Moscú. Las pruebas eran tan concluyentes que Canaris decidió que se continuara la vigilancia para dar cuenta cabal de lo sucedido a Hitler. Sin embargo, en ese momento una orden directa del Führer impidió que se diera ese paso. A Canaris se le informó de que Bormann ya había comunicado a Hitler que estaba llevando a cabo emisiones dirigidas a Moscú pero sólo con la finalidad de engañar al enemigo y que, dado que el Führer había autorizado las emisiones, resultaba absurdo que ahora permitiera su vigilancia. Tanto Canaris como Gehlen comprendieron entonces que resultaba imposible vigilar a Bormann, que no sólo era el segundo hombre más poderoso del III Reich sino además un personaje que contaba con la protección directa y poderosa de Hitler. De hecho, el Führer era muy escéptico en relación con los informes de Gehlen —erróneamente— y la situación de Canaris cada vez era más débil. Lo que sucedería en los años siguientes marcaría trágicamente el destino de casi todos los protagonistas del drama. Canaris se sumó a la conspiración del 20 de julio de 1944 convencido de que Alemania no podía ganar la guerra. 

Descubierto, fue ejecutado. Hitler fue derrotado y se suicidó en Berlín. Martin Bormann logró separar a Hitler de algunos de sus hombres de confianza como Goering y Goebbels, se convirtió en una especie de inteligencia gris del régimen y el 30 de abril de 1945 escapó del bunker del Führer en Berlín. Aunque Erich Kempka, el chofer de Hitler, y Artur Axmann, un dirigente de las Juventudes hitlerianas, afirmaron haberle visto morir —por cierto, en circunstancias contradictorias— a inicios de 1946 se señaló que estaba escondido en un monasterio del norte de Italia y, posteriormente, que había huido a América del sur. La realidad fue muy distinta y uno de sus antiguos perseguidores la descubriría años después. En 1946, Gehlen comenzó a crear el núcleo de lo que sería posteriormente el servicio de inteligencia de la RFA. Durante los años cincuenta recibió al menos en dos ocasiones informes del otro lado del telón de acero que confirmaban las conclusiones a las que habían llegado en 1943 tanto él como Canaris. En ambos se daba cuenta de que Bormann había sido un agente soviético durante años, había sido trasladado a la URSS en 1945 y allí había desempeñado funciones de asesor del gobierno soviético durante años muriendo en los cincuenta. Su reconocimiento nunca fue público pero su papel en la victoria contra Hitler resultó, sin duda, relevante.


Y ahora mi opinión: Si esta teoría se basa en las presuntas sospechas de Canaris de que Bormann fue quien suministró las informaciones previas a la operación Zitadelle que permitieron a los soviéticos hacer fracasar la ofensiva, hoy sabemos que Canaris estaba equivocado. Se conocen las fuentes de información que transmitieron a los soviéticos los planes de Zitadelle. Las dos principales fueron:

-La red "Lucy" desde Suiza, formada por el periodista Rudolf Roessler, que tenía uno o varios informantes dentro del del OKH, cuyas identidades se desconocen aún hoy. Además, el propio Abwehr conocía la red que operaba desde Suiza, porque habían interceptado algunas de sus transmisiones de radio, y varias veces protestaron al gobierno suizo por eso, pero no pudieron desarticularlo totalmente al no poder intervenir en un país neutral. Las informaciones previas a Zitadelle fueron el mayor éxito de Lucy.

-Las informaciones suministradas por los británicos, provenientes de "Ultra", que no era otra cosa que la descodificación de las comunicaciones alemanas (en aquella época los ingleses descodificaban sistemáticamente los mensajes cifrados con la Enigma alemana). Además los soviéticos tenían un agente con acceso a Ultra, por lo que pudieron tener la información completa que recibían los británicos, y no sólo la que éstos estaban dispuestos a compartir: era "el quinto de Cambridge", John Cairncross, uno de mis espías favoritos, que estaba trabajando en el área de análisis de las intercepciones de la Luftwaffe, y entre otras cosas proporcionó a los soviéticos el despliegue de todas las escuadrillas de la Luftwaffe y la situación de sus aeródromos en la región. Fue condecorado con la Orden de la Bandera Roja por esas informaciones.

Seguro que tras el fracaso de Zitadelle los alemanes se volvieron locos buscando topos. Puede que sea cierto que Canaris sospechase de Bormann, con el que además tenía una relación muy mala, como con otros jerarcas nazis. Pero hoy sabemos que esas sospechas estaban infundadas, al menos en relación a las informaciones sobre el despliegue alemán para la ofensiva de Kursk.

Del resto, la historia de las comunicaciones con radio con Moscú, con la autorización de Hitler, no es nada creible. Si es verdad que Bormann mandaba mensajes cifrados a Moscú, fue descubierto y Hitler le cubrió, sólo se pueden deducir dos cosas: que era cierto que esos mensajes tenían la intención de engañar a los rusos (o con cualquier otra intención que no quisieron desvelar) o que el agente soviético era el propio Hitler. Y es que no se explica por qué Hitler protegió a Bormann. Si había pruebas tan irrefutables de que era un traidor, o aunque sólo fuese una sospecha bien fundada, no veo ningun motivo para que Hitler le mantuviese a su lado. No me imagino a Hitler tan manipulado por Bormann como para pasar por alto una prueba tan evidente de su traición.

Bormann era un personaje demasiado oscuro para tener un puesto tan cercano a Hitler. Como dice César Vidal, políticamente no existía hasta el "extraño viaje" de Hess. No era uno de los líderes históricos del partido, ni había destacado especialmente, y de repente apareció en un puesto con una influencia enorme (quiero decir a la vista de todos, porque ya estaba cerca de Hitler antes de eso). Creo que eso era lo que hacía que el resto de la jerarquía nazi le viese como un intrigante y le hiciese protagonista de todas las conspiraciones, una imagen que parece que se ha mantenido hasta hoy.

El último kamikaze

Matome Ugaki
El 15 de agosto de 1945 millones japoneses oían por primera vez en su vida la voz de su emperador, anunciando por la radio la rendición incondicional del Japón.

El vicealmirante Matome Ugaki (que había sido jefe de Estado Mayor de Yamamoto y en 1943 había sobrevivido a la emboscada que le costó la vida) era el comandante en jefe de la 5ª Flota Aérea, y dirigía los ataques suicidas que se lanzaban contra la flota norteamericana en Okinawa. Estaba orgulloso de sus kamikazes. En su diario había escrito: "Soy feliz de ver que, cuando la situación se hace crítica, esta clase de método de ataque aparece espontaneamente, para mostrar así el glorioso camino de guerreros... el verdadero espíritu de un guerrero japonés".

Ese día, tras escuchar el mensaje del Emperador, ordenó preparar los aviones para una última misión, escudándose en que él no había recibido todavía ninguna orden directa de alto el fuego. En su último informe escribió:

"Sólo yo, Majestad, soy responsable de nuestro fracaso en defender la Patria y destruir al ensoberbecido enemigo. He decidido lanzarme en ataque sobre Okinawa, donde mis valerosos muchachos han caído como cerezos en flor. Allí embestiré y destruiré al engreído enemigo. Soy un bushi, mi alma es el reflejo del Bushido. Me lanzaré portando el kamikaze con firme convicción y fe en la eternidad del Japón Imperial. ¡Banzai!".

Ugaki arrancó las insignias de su uniforme y posó frente a uno de los aviones. A continuación, sin hacer caso de las protestas de sus subordinados, subió al avión, un bombardero en picado Yokosuka D4Y, portando únicamente un tantô (espada corta) que le había regalado el almirante Yamamoto. El piloto del avión, el alférez Akiyoshi Endo, se negó a dejar su puesto al almirante y se subió a la carlinga detrás de él. Como fue imposible hacerle bajar, finalmente el bombardero biplaza despegó en su último vuelo con una tripulación de tres hombres. Otros veinte voluntarios les siguieron en diez aparatos más. Los aviones se dirigieron hacia Okinawa para lanzarse contra la flota estadounidense, pero nunca llegaron a su objetivo, o al menos la marina estadounidense no reportó ningún ataque ese día. Es posible que en el último momento Ugaki cambiase de opinión y para no desobedecer al Emperador, que había ordenado el cese de los combates, decidiese estrellarse en el mar.

La fotografía que se hizo Ugaki al inicio de su última misión:

Matome Ugaki

Fuentes:
Manuel Leguineche: Recordad Pearl Harbor
http://es.wikipedia.org/wiki/Matome_Ugaki


El asombroso vuelo de Kanichi Kashimura

Kanichi Kashimura fue un as de la aviación japonesa, con un total de 12 derribos en las guerras en China y en el Pacífico. Pero si se hizo un piloto famoso en su país no fue por sus victorias sobre aparatos enemigos, sino por una acción singular que protagonizó cuando era todavía un piloto novato con poca experiencia de combate.

Kanichi Kashimura
Kashimura nació en la provincia japonesa de Kagawa en julio de 1913. Se alistó en la Marina y obtuvo sus alas de piloto en julio de 1934. Cuando comenzó la guerra con China fue destinado como piloto de caza al 13º Grupo Aéreo, en Nanking, a donde llegó en octubre de 1937. En su primer combate, el 22 de noviembre, logró derribar dos aviones enemigos.

El 9 de diciembre, durante un combate contra Curtiss P-40 de la fuerza aérea china sobre Nanchang, después de derribar un avión enemigo colisionó en vuelo contra otro aparato, que le arrancó parte del ala izquierda de su avión. Kashimura supo mantener la calma, y pilotando su Mitsubishi A5M con gran habilidad logró regresar a su base con el ala seccionada. Después de cuatro intentos fallidos, logró aterrizar su avión, aunque no fue precisamente un aterrizaje suave. Kashimura salió indemne de su aparato destrozado ante la mirada de todos los presentes. Entre los testigos había varios periodistas, que además habían logrado hacer fotografías de la hazaña de Kashimura. Si no hubiese sido por la presencia de los periodistas posiblemente nadie se habría enterado de lo que acababa de hacer, pero la prensa se encargó de dar publicidad a la hazaña, lo que convirtió a Kashimura, contra su voluntad, en un héroe nacional.

El avión de Kashimura volando con el ala izquierda seccionada:

Kanichi Kashimura
Aproximándose a la pista de aterrizaje:

Kanichi Kashimura
Kashimura se dispone a tomar tierra:

Kanichi Kashimura
Fotografía tomada tras el aterrizaje forzoso:

Kanichi Kashimura
En marzo de 1938 Kashimura regresó a Japón después de haber obtenido 8 victorias en sus combates contra la fuerza aérea china. Fue destinado como instructor al Grupo Aéreo Yokosuka. Se había convertido en el hombre que había aterrizado con una sola ala, una auténtica celebridad y un modelo a seguir para los nuevos pilotos. En 1939 fue destinado por segunda vez a China, pero como para entonces la fuerza aérea china había perdido gran parte de su capacidad de combate no logró sumar ninguna nueva victoria a su palmarés.

Kashimura fue ascendido a alférez en octubre de 1942 y dos meses después fue destinado al 582º Grupo Aéreo, en Nueva Guinea, donde entró nuevamente en combate. El 6 de marzo de 1943 participó en una misión de escolta de bombarderos que iban a realizar un raid en las islas Russell. Dos de los zeros de la escolta no regresaron de la misión, uno de ellos el del alférez Kashimura. Fueron interceptados por P-39 del 67º Escuadrón de Caza, pero estos centraron sus ataques en los bombarderos en picado Aichi D3A y no reivindicaron el derribo de ningún Zero. Ese día tan sólo hubo hubo una reivindicación de un Zero abatido en la zona, presentada por el sargento Robert H. Banner, artillero de un SBD Dauntless del VMSB-132 (Marine Scout Bombing Squadron 132), que afirmó haber disparado contra un A6M 25 Km al sureste de las islas Russell. Pudo ser el Zero de Kashimura.


Fuentes:
http://www.cieldegloire.com/010_kachimura_k.php
http://forum.axishistory.com/viewtopic.php?f=65&t=158360&p=1426285


La Brigada del Diablo

brigada del diablo
Fort William Harrison

La idea de crear una unidad conjunta canadiense-estadounidense de “supercomandos” entrenados para realizar operaciones de infiltración y sabotaje tras las líneas enemigas nació de una visita del general Marshall al primer ministro Chuchill en Chequers en 1942. Inmediatamente se planeó la primera operación para ellos, que consistiría en un salto paracaidista sobre Noruega y un ataque a varias plantas hidroeléctricas de ese país.

La unidad fue bautizada oficialmente con el nombre First Special Service Force, o FSSF (Primera Fuerza de Servicios Especiales), Fue oficialmente constituida en Helena, Montana, el 20 de julio de 1942. Su comandante era el coronel estadounidense Robert T. Frederick:

coronel frederick
Los miembros de la fuerza eran todos voluntarios, provenientes de otras unidades de los ejércitos canadiense y estadounidense. El proceso de selección de los hombres fue muy duro. Todos ellos tuvieron que pasar un examen para comprobar si eran aptos y cumplían las condiciones físicas.

Después de pasar las pruebas previas, los voluntarios fueron trasladados al campamento Fort William Harrison, en Helena, Montana, para comenzar su periodo de adiestramiento. Cuando llegaron, el campo estaba todavía en construcción. Al principio había una mezcla de diversos uniformes de ambos países, hasta que se adoptó el uniforme oficial del ejército estadounidense. En total la FSSF la formaron unos 2.500 hombres, divididos en tres regimientos. Aproximadamente un tercio de ellos eran canadienses.

Ceremonia de arriado de las banderas en Fort William Harrison:

Fort William Harrison
El entrenamiento consistía en tres fases. La primera era entrenamiento en paracaidismo, guerra de guerrillas y adiestramiento en todo tipo de armas de infantería, desde pistolas y fusiles hasta bazookas y lanzallamas. El entrenamiento era intensivo. Por ejemplo, a las 48 horas de comenzar el adiestramiento en paracaidismo daban su primer salto, 24 horas después daban el segundo. Los que no lograban resistir esta primera fase eran reenviados a sus unidades de origen.

La segunda fase consistía en técnicas de demolición y manejo de explosivos, e instrucción de estrategia de combate en unidades tácticas.

La tercera y última fase practicaban escalada, esquí, adaptación a climas fríos, y conducción del vehículo que iba a ser utilizado por la unidad, el Weasel. En principio la unidad había nacido para operaciones en regiones frías, en nieve o alta montaña. Para ese tipo de acciones se diseñó el Weasel, un vehículo blindado ligero que permitiese el desplazamiento sobre terrenos nevados a una gran velocidad.

Práctica de bayoneta de soldados canadienses y estadounidenses de la FSSF:

FSSF
Kiska

La operación contra las centrales hidroeléctricas en Noruega fue finalmente cancelada. Aunque habían nacido para operar en las regiones frías o de alta montaña de Europa (Noruega o los Alpes, por ejemplo) cuando les asignaron su primera misión se encontraron con la sorpresa de que les mandaban al frente del Pacífico. La FSSF iba a participar en la Operación Cottage, el desembarco en la isla Kiska, en las Aleutianas. El Ejército Imperial japonés había ocupado la isla en junio de 1942 (convirtiéndose, junto con la vecina Attu, en el único territorio del continente americano ocupado por el enemigo durante la guerra). Era un lugar perfecto para probar la unidad, en el que se daban todas las condiciones para las que se habían entrenado: clima frío y muy duro, terreno muy montañoso y un enemigo esperándoles atrincherado en sus fortificaciones. Para la operación tuvieron que entrenarse también en operaciones anfibias. Según las informaciones de inteligencia, los japoneses contaban con una guarnición de unos 12.000 hombres para defender la isla. Sin embargo los japoneses habían evacuado la isla semanas antes. Cuando después de una formidable preparación artillera desembarcaron las tropas estadounidenses se encontraron con la isla desierta. Los hombres de la FSSF se encontraron con que las fortificaciones que tenían que asaltar estaban vacías. Sin embargo, la operación se convirtió en el mejor ejercicio de entrenamiento que pudo tener la nueva unidad.

Operación Cottage, el desembarco en Kiska:

Operación Cottage
Monte la Difensa

El 19 de noviembre de 1943 la FSSF desembarcó en Italia. Nada más llegar les fue asignada una misión casi suicida. El 5º Ejército estadounidense estaba bloqueado en su avance hacia el norte. Se habían encontrado con una línea fortificada defendida por los alemanes a lo largo del macizo montañoso de la colina Camino, conocida como línea Reinhard. En el flanco derecho de esa línea destacaban dos puntos aparentemente inexpugnables: Monte La Difensa y Monte La Remetanea. El 22 de noviembre el cuartel general del 5º Ejército encomendó al coronel Frederick la misión de acabar con ambos puntos de resistencia. Los ataques contra Monte la Difensa habían fracasado hasta entonces, y habían costado un gran número de bajas a las fuerzas aliadas. Pero la ruta que iba a seguir la FSSF iba a ser distinta a las que se habían utilizado en los ataques anteriores. Iban a escalar hasta la cima del monte por la cara más difícil, en una ascensión de 900 metros, que en algunos puntos era una pared vertical, para coger a los alemanes por sorpresa.

El 1 de diciembre los 600 hombres del 2º Regimiento de la FSSF fueron trasladados en camiones hasta la base de Monte la Difensa. Desde allí hicieron doce horas de marcha nocturna en ascensión hasta el punto de protección marcado, donde tuvieron que esperar ocultos de nuevo a que se hiciera de noche para acometer la parte más difícil de la ascensión ayudados con cuerdas. La noche del 3 de diciembre, con tiempo lluvioso, los 600 hombres iniciaron la escalada de los últimos 300 metros de la montaña, con una pendiente media del 65% (y en algunos tramos totalmente vertical) para llegar al pequeño llano que había en la cumbre, donde esperaban coger por sorpresa a los defensores alemanes por su retaguardia. Con un poco de suerte y mucha pericia los hombres del 2º Regimiento lograron llegar a la cima sin que los alemanes les descubriesen. Al amanecer del 3 de diciembre lanzaron un ataque por sorpresa y tomaron la cima, tras unos combates que duraron apenas dos horas. Luego tomaron posiciones defensivas para enfrentarse a un posible contraataque.

Los hombres de la FSSF mantuvieron las posiciones en la cima del monte durante tres días, apenas con el equipo y las provisiones que llevaban en sus mochilas durante la ascensión, exponiéndose al fuego de los francotiradores alemanes, hasta que fueron relevados.

Entonces llegó el turno del vecino Monte La Remetaena, que fue tomado tras vencer una resistencia muy dura. El propio coronel Frederick fue herido dos veces durante el combate. Tras los seis días de combates que duraron estas dos primeras acciones el FSSF había sufrido 511 bajas, entre ellas 73 muertos.

Las operaciones en la “línea de invierno” (el nombre que daban los aliados a la línea Reinhard):

linea reinhard
Anzio y Roma

La FSSF continuó combatiendo en las montañas las semanas siguientes, asaltando reductos imposibles de tomar para cualquier otra unidad: Monte Sammucro (25 de diciembre de 1943), Radicosa y Monte Majo (4 de enero de 1944). A continuación, tras la retirada alemana hasta la poderosa línea Gustav (cuyo punto central era Montecassino) la FSSF pudo disfrutar de un pequeño descanso. La pausa duró poco, y el 5º Ejército inició a mediados de enero su asalto a Cassino. Pero la FSSF no participó en la ofensiva. Tratando de flanquear la línea Gustav los aliados realizaron un desembarco en la costa de Anzio el 22 de enero. Un contraataque alemán dejó a más de 90.000 soldados aliados cercados en una pequeña franja de costa durante cuatro meses. La FSSF fue enviada a la cabeza de playa de Anzio, donde permaneció desde el 2 de febrero hasta el 10 de mayo, ocupándose de la defensa de la zona del Canal Mussolini, en el flanco derecho aliado.

Durante su misión en Anzio fue donde la FSSF se ganó el apodo de “Black Devils” (Diablos Negros), por sus incursiones nocturnas contra las líneas alemanas, con sus caras tiznadas de negro. Fue entonces cuando comenzaron a utilizar un arma psicológica de gran eficacia. Sobre los cadáveres enemigos dejaban unas tarjetas con la insignia de la unidad y la leyenda "Das dicke ende kommt noch" (lo peor está por llegar):

Das dicke ende kommt noch
Estas tarjetas de visita y su tenaz resistencia en el Canal Mussolini los hicieron temidos y odiados entre las tropas alemanas.

La cabeza de playa de Anzio:

mapa anzio
Cuando cedió la resistencia alemana y quedó abierto el camino hacia Roma, la FSSF participó en la ofensiva contra la capital italiana junto a siete divisiones aliadas. La noche del 4 de junio de 1944, habiendo llegado a las afueras de la ciudad, recibieron la orden de tomar ocho puentes sobre el río Tiber para evitar que los alemanes los volasen. La operación comenzó a las 6 de la mañana. A las 11 todos los objetivos estaban asegurados, tras vencer la resistencia de las tropas alemanas. Esta acción, que abrió las puertas de la ciudad a las tropas aliadas, convirtió a la FSSF en la primera unidad aliada que entró en Roma.

El avance hacia Roma:

avance roma
Francia

A continuación la FSSF participó en la Operación Dragón, los desembarcos en el sur de Francia. El 14 de agosto desembarcaron en las islas D’Hyeres. Más tarde, en septiembre, se unieron al 7º Ejército en su avance hacia el este, desde la costa del Mediodía francés hacia la frontera franco-italiana.

Operación Dragón. La FSSF desembarcó en las islas Hyeres, frente a la Riviera Francesa:

operacion dragon
Finalmente el Alto Mando Aliado decidió que ya no era necesaria una fuerza de las características específicas y el tamaño de los Black Devils, prefiriendo unidades de operaciones especiales más pequeñas. En consecuencia, la FSSF fue disuelta oficialmente el 5 de diciembre de 1944. Sus integrantes, canadienses y estadounidenses, fueron distribuidos por otras unidades. Los canadienses volvieron a sus unidades de origen. Gran parte de los estadounidenses fueron destinados al 474º Regimiento de infantería, otros se repartieron entre las unidades aerotransportadas. Su comandante, el coronel Frederick, fue ascendido a Mayor General, a la edad de 37 años. Acabó la guerra mandando la 45ª División de Infantería. Así terminó la historia de una unidad legendaria.

Fotografías tomadas a los Black Devils en Anzio:

Black Devils Anzio
Black Devils Anzio
Black Devils Anzio
Black Devils Anzio
Black Devils Anzio
Black Devils Anzio
Láminas del libro First Special Service Force 1942-44, de Osprey, que muestran los uniformes utilizados por los Black Devils en las distintas campañas en las que intervinieron:

osprey fssf
osprey fssf
osprey fssf
osprey fssf
osprey fssf
osprey fssf
Los aficionados al cine bélico conocerán en parte la historia de la FSSF por la película The Devil’s Brigade (La brigada del Diablo), de 1968, protagonizada por William Holden. Narra la formación de la unidad y las relaciones tensas, peleas incluidas, entre los canadienses y los estadounidenses, y cómo va creciendo el espíritu de camaradería entre ambos. Termina con el episodio del asalto a Monte la Difensa.

devils brigade


Fuentes:
http://wwii.ca/content-85/world-war-ii/devils-brigade-missions/
http://www.clubedosgenerais.org/portal/modules.php?name=Conteudo&pid=334
http://www.panzergroup.net/historia5.htm
http://www.historynet.com/us-canadian-1st-special-service-force-in-world-war-ii.htm
http://www.reenactorsitalia43-45.it/first_special_service_force.htm
http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,885706,00.html
http://www.ibiblio.org/hyperwar/USA/USA-SS-Canada/USA-SS-Canada-9.html
http://fssflhg.tripod.com/id103.htm
http://wwii.ca/page77.html
First Special Service Force 1942-44 (Osprey)


Vivos de milagro

En la historia de la aviación hay varios casos conocidos de personas que han sobrevivido a caídas de miles de metros de altura. El récord lo tiene la azafata yugoslava Vesna Vulovic, que sobrevivió a una caída de 10.000 metros después de que su avión fuese destruído por una explosión de origen desconocido en 1972. Pero Vesna se mantuvo dentro del avión (dentro de uno de los fragmentos, habría que decir, en concreto en la parte de cola). Hubo otros casos de tripulantes obligados a saltar de sus aviones sin paracaidas a kilómetros de altura y que sobrevivieron al salto. En la Segunda Guerra Mundial hubo al menos tres de estos casos. Estos son los que he encontrado:

Ivan Chisov

El primero es el del teniente de la Fuerza Aérea Soviética Ivan Mijailovich Chisov, piloto de un bombardero Ilyushin Il-4. Un día de enero de 1942, volando en formación con otros bombarderos, fueron atacados por cazas alemanes. Su avión resultó alcanzado y dañado gravemente, y Chisov se vio obligado a saltar a una altura de 22.000 pies (6.700 metros). Como seguía la lucha en torno a él, Chisov decidió no abrir el paracaídas hasta quedar por debajo del nivel de los combates, por miedo a que algún caza abriese fuego sobre él al ver el paracaídas. Lo único que pretendía era dejarse caer hasta quedar fuera de la vista de los cazas, pero a consecuencia de la altura perdió el conocimiento mientras caía y no pudo tirar de la cuerda de apertura del paracaídas.

Milagrosamente Chisov sobrevivió a la caída. Aterrizó en una pendiente cubierta de nieve, a una velocidad aproximada de entre 120 y 150 km/h y luego se deslizó rodando hasta el fondo. Veinte minutos después recobró el conocimiento. Había sufrido lesiones en la columna y una fractura de pelvis, pero tan solo tres meses y medio más tarde Chisov volvía a volar. Aunque no recuperó su destino de piloto de bombardero, se convirtió en instructor de vuelo de la VVS.

Alan Magee

Alan Eugene Magee servía como artillero en un bombardero B-17 Flying Fortress de la fuerza aérea estadounidense apodado "Snap, Crackle y Pop". El 3 de enero de 1943, mientras volaba en una misión de bombardeo diurno sobre el puerto francés de Saint Nazaire su avión fue alcanzado por los cazas alemanes, perdiendo su ala derecha y comenzando a caer en espiral.

Cuando Magee logró salir herido de su torreta de fuego se encontró con que su paracaídas estaba completamente destrozado. Decidió saltar sin él, a una altura de 6.700 metros. Durante la caída perdió el conocimiento.

Magee cayó sobre el techo de la estación de ferrocarril de Saint Nazaire. La estructura, de aluminio y vidrio, se flexionó y amortiguó su caída lo suficiente como para que Magee pudiese sobrevivir al golpe, aunque sufrió múltiples heridas. Además de las causadas por la caída, tenía múltiples quemaduras y trozos del fuselaje del avión incrustados en su cuerpo. Su brazo derecho estaba prácticamente cortado, tenía daños renales y heridas en un pulmón, los ojos y la nariz. Fue capturado por los alemanes y liberado al terminar la guerra. Después de licenciarse se sacó la licencia de piloto y tuvo varios trabajos relacionados con la industria aeronáutica. Murió en su rancho de Texas el 20 de diciembre del 2003 a los 84 años de edad.

Nick Alkemade

El más conocido. El sargento Nicholas Alkemade de la Royal Air Force, era artillero de cola en un bombardero Avro Lancaster. La noche del 23 al 24 de marzo de 1944, de regreso de una misión de bombardeo sobre la cuenca del Ruhr, su formación se vio envuelta en un combate con aviones Ju-88 alemanes. Su avión fue alcanzado y comenzó a caer envuelto en llamas. Cuando Alkemade salió de su torreta vio que su paracaídas se encontraba ardiendo. A pesar de eso, prefirió saltar a morir abrasado dentro del avión. Estaba a una altura de 5.500 metros. Alkemade cayó sobre un bosque de pinos, y tuvo la suerte de que las ramas de los árboles fueron aminorando la velocidad de su caída hasta que aterrizó encima de una capa de nieve que cubría el suelo, que acabó de amortiguar el golpe. Alkemade, que había perdido el conocimiento durante la caída, despertó sin ninguna herida grave. Unicamente tenía una torcedura de rodilla.

Tras ser capturado, Alkemade fue interrogado por la Gestapo por ser sospechoso de espionaje, aunque no tardaron en comprobar que lo que contaba era cierto. Se dice que los alemanes le entregaron un certificado confirmando la veracidad de su historia.

Después de la guerra Alkemade volvió a su anterior trabajo, en una planta química inglesa. Murió en 1987.


Fuentes:
http://www.anfrix.com/2007/08/caidas-espectaculares/
http://en.wikipedia.org/wiki/Ivan_Chisov
http://es.wikipedia.org/wiki/Nick_Alkemade
http://en.wikipedia.org/wiki/Alan_Magee
http://www.parachutehistory.com/other/bonusday.html
http://www.173rdairborne.com/amazingpara.htm