El farsante que solo quería un billete de tren y acabó convertido en un héroe nacional

El 21 de mayo de 1932 los padres de Oskar Daubmann, un soldado alemán desaparecido en combate dieciséis años antes en Francia, recibieron una carta desde Italia en la su hijo les pedía ayuda para regresar a casa. En la carta Daubmann relataba una dramática historia: decía haber sido capturado por los franceses en octubre de 1916, durante la batalla del Somme. En 1917, durante un intento de fuga del campo de prisioneros en el que estaba recluido, mató a uno de los guardias, lo que le costó una condena de veinte años de trabajos forzados en una prisión de Argelia. Allí fue torturado y sometido a un trato inhumano. Después de años de sufrir hambre, confinamiento en solitario y todo tipo de malos tratos, consiguió un traslado a la sastrería de la cárcel por su buena conducta. Desde allí pudo fugarse de la prisión, y después de caminar cientos de kilómetros llegó a la costa y logró embarcar en un vapor italiano que le llevó a Nápoles.

El 29 de mayo Daubmann regresó a Endingen, su ciudad natal. Su carta se había publicado en la prensa local, y desde allí la historia había saltado a diarios alemanes y extranjeros. Quince mil vecinos suyos acudieron a la ceremonia que la ciudad organizó para darle la bienvenida. El reencuentro con su familia fue muy emotivo. Se dice que la madre de Oskar se desmayó cuando volvió a ver a su hijo después de tantos años. Sus padres le llevaron a la casa familiar, felices de haber recuperado a su hijo (pasando por alto algún pequeño detalle, como que Oskar parecía haber cambiado de color de ojos).

Oskar Daubmann se convirtió en un héroe nacional. En cada ciudad que visitaba era recibido por bandas de música y multitudes entusiasmadas. Miles de personas acudían a las charlas en las que relataba los horrores que había sufrido de manos de los franceses. Dieciocho ciudades alemanas le nombraron ciudadano de honor, y fue elegido presidente honorario de la Sociedad de Ex-Prisioneros de Guerra. Dos estudios de cine se peleaban por el derecho a rodar una película sobre su dramática experiencia, y un libro sobre su vida llegó a vender 180.000 ejemplares. El regreso de Daubmann hizo renacer las esperanzas de muchas familias de soldados desaparecidos en la Gran Guerra. Quién sabía si no había más casos de alemanes retenidos en prisiones francesas, a pesar de que su gobierno aseguraba que los últimos prisioneros habían sido liberados hacía años. El caso provocó tensiones entre los dos países. Buena parte de la prensa alemana lo utilizó para iniciar una campaña de odio contra Francia, a la que acusaban de crueldad e hipocresía. Daubmann se convirtió en una figura popular especialmente en la prensa nazi. El partido le convirtió en un ejemplo de las virtudes alemanas y le utilizó para fomentar los sentimientos antifranceses. La historia de Oskar Daubmann contribuyó a que el NSDAP se convirtiese en el partido más votado en las elecciones parlamentarias de julio de 1932 .

En un principio los que mostraban dudas sobre la historia de Daubmann parecían ser una minoría cuyos argumentos eran ignorados por el público y descartados como propaganda francesa. Pero al conocerse las incongruencias del caso, como el hecho de que muchos de sus antiguos camaradas de armas decían no reconocerle, las sospechas se hicieron cada vez más fuertes. Para aclarar de una vez las dudas, el embajador alemán en París solicitó una investigación a las autoridades francesas. El 5 de septiembre de 1932 el gobierno de Francia notificó oficialmente a Berlín que, después de una búsqueda exhaustiva, ni en las actas de su sistema judicial, ni en sus archivos penitenciarios, ni en los de sus servicios médicos, habían encontrado ninguna mención a Oskar Daubmann. Los nazis rechazaron la información, calificándola como "una vergonzosa evasión de responsabilidad" y "una nueva muestra de la falsedad francesa". Pero la policía alemana decidió realizar su propia investigación. No tardaron mucho en descubrir la verdad: las huellas digitales del supuesto Oskar Daubmann pertenecían en realidad a Ignaz Karl Hummel, un delincuente habitual nacido en Suiza que nunca había servido en el Ejército. El falso héroe fue detenido el 11 de octubre de 1932.

Es casi seguro que la investigación policial habría bastado para provocar la detención de Hummel, pero existe otra versión muy difundida, y mucho más dramática, de cómo fue descubierto el impostor: Según se decía, el supuesto Daubmann estaba en un pequeño pueblo de Baviera para dar una de sus conferencias, cuando, antes de que pudiese comenzar a hablar, un anciano se puso de pie entre la multitud, le señaló con el dedo, y gritó: "¡Tú no eres Daubmann, tú eres mi hijo, Ignaz Hummel! ¡Bájate de esa tarima, farsante!". Al verse descubierto por su propio padre, Hummel perdió el conocimiento y se desplomó en el suelo.

Ignaz Karl Hummel nació en 1898 cerca de Basilea, en Suiza. Con once años se escapó de casa de sus padres e inició una larga carrera como delincuente de poca monta, con continuas entradas y salidas de reformatorios y cárceles. En 1930 se estableció como sastre en Offenburg, en el suroeste de Alemania, y un año más tarde se casó con una mujer llamada Kreszentia Allgeier. Pero la vida familiar no era lo suyo. En 1932 abandonó a su esposa embarazada y se marchó a Argelia con la intención de alistarse en la Legión Extranjera francesa. Cuando llegó a Nápoles se lo pensó mejor, pero como no le quedaba dinero para el viaje de regreso se le ocurrió apropiarse de la identidad de Oskar Baubmann, un antiguo compañero de colegio del que sabía que había desaparecido en la guerra. Hummel escribió una carta a los padres de Daubmann en la que les contaba la rocambolesca historia de la fuga de la prisión argelina y les pedía dinero para pagar un billete de tren con el que volver a Alemania.

El falso Oskar Daubmann luciendo condecoraciones:


Probablemente Hummel no contaba con que la historia saltaría a la prensa, y menos aún pensaba acabar convertido en un héroe nacional y un ídolo de masas. Al parecer quien decidió aprovechar la situación para hacer negocio fue otro personaje llamado Anton Bumiller, un ex-oficial del regimiento de Daubmann de Sigmaringa. Bumiller organizaba las giras de conferencias para el "héroe", fue el autor de la novela de aventuras basada en su "verdadera historia", y era quien negociaba los derechos para llevarla al cine.

El 12 de julio de 1933 el Tribunal de Distrito de Friburgo declaró a Ignaz Hummel culpable de fraude y falsificación y le condenó a dos años y medio de prisión. Pero los nazis no se iban a olvidar de él ni del ridículo en el que habían caído por su culpa. Después de cumplir su condena, Hummel fue arrestado de nuevo. Le mantuvieron en prisión preventiva entre 1938 y 1945, cuando fue liberado por las tropas estadounidenses que ocuparon el suroeste de Almania. Al salir nuevamente de la cárcel, se quedó a vivir en Schwäbisch Hall, la ciudad en la que estaba la prisión, se volvió a casar en 1946 y trabajó como sastre hasta su muerte en 1954.

Fuentes:
http://www.museumofhoaxes.com/hoax/archive/permalink/the_last_german_prisoner_of_war
http://en.wikipedia.org/wiki/Oskar_Daubmann
http://www.landesarchiv-bw.de/web/42319

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