Teruo Nakamura: El último soldado del Emperador no era japonés

Durante la Segunda Guerra Mundial miles de coreanos, manchúes, taiwaneses y soldados procedentes del resto de territorios del Imperio sirvieron en las fuerzas armadas de Japón. Los no japoneses en muy raras ocasiones eran encuadrados en unidades de combate, siendo habitualmente relegados a tareas auxiliares (aunque en los meses finales de la guerra llegó a haber incluso pilotos kamikazes coreanos). Pero hubo una importante excepción, una fuerza de élite del Ejército Imperial constituida por extranjeros: las Unidades de Voluntarios Takasago estaban formadas por nativos de Formosa, hombres reclutados en los pueblos del interior de la isla, provenientes de una cultura de cazadores-recolectores y con una centenaria tradición guerrera. Su adaptación al clima tropical y a un entorno selvático, en el que podían desenvolverse sin necesidad de un gran apoyo logístico, les convertía en los candidatos ideales para operaciones de infiltración tras las líneas enemigas en las junglas del sudeste asiático y el Pacífico. Además de sus cualidades innatas para ese tipo de misiones, los voluntarios taiwaneses recibían un entrenamiento especializado en operaciones de comando y guerra de guerrillas en la Escuela de Inteligencia de Nakano.

Miembros de una unidad Takasago se despiden con gritos de "¡Banzai!" antes de partir a una misión; los oficiales (japoneses étnicos), reconocibles por las fajas blancas, alzan sus espadas, mientras que el resto de los hombres levantan los cuchillos largos tradicionales de los guerreros taiwaneses:


Teruo Nakamura era el nombre japonés de Attun Palalin, un taiwanés probablemente perteneciente a la etnia amis, uno de los pueblos indígenas más numerosos de Formosa. En 1943, con 23 años, Nakamura fue reclutado por la 4ª Unidad Takasago del Ejército Imperial. A mediados de 1944 esta unidad fue enviada como refuerzo a la isla indonesia de Morotai, al norte de las Molucas, para hacer frente a los desembarcos enemigos que el alto mando japonés suponía inminentes.

La batalla de Morotai comenzó la mañana del 15 de septiembre de 1944 con el desembarco de la 31ª División de los Estados Unidos, y se prolongó oficialmente hasta el 4 de octubre, día en que la isla fue declarada segura por los norteamericanos. Los aeródromos capturados a los japoneses jugaron un importante papel en la campaña de las Filipinas, que se inició el 25 de octubre con los desembarcos aliados en Leyte, y fueron utilizados hasta el final de la guerra por la Real Fuerza Aérea Australiana en operaciones contra objetivos en las Indias Orientales Holandesas y las Filipinas. Desde abril de 1945 Morotai se convirtió también en la principal base del I Cuerpo de Ejército Australiano, ocupado por entonces en los preparativos de la campaña de Borneo.

Mientras los australianos convertían Morotai en su principal base de apoyo y logística en toda Indonesia, las tropas estadounidenses continuaban con las operaciones de limpieza contra los restos de las fuerzas japonesas, que todavía mantenían una resistencia activa en el norte y el oeste de la isla. La 31ª División permaneció en Morotai hasta abril de 1945, cuando partió para participar en los desembarcos de Mindanao y fue reemplazada por la 93ª División de Infantería, una unidad "afroamericana". Desde ese momento hasta el final de la guerra, los infantes de la 93ª División se vieron envueltos en numerosas escaramuzas con pequeños grupos dispersos de soldados japoneses. El 2 de agosto el coronel Kisou Ouchi fue hecho prisionero por una patrulla del 25º Regimiento de Infantería. Ouchi fue el oficial japonés de más alto rango capturado con vida en toda la guerra.

Después de la rendición de Japón, Morotai siguió siendo una importante base aliada. La fuerza australiana responsable de la ocupación y la administración militar de las Indias Orientales Holandesas fijó allí su cuartel general hasta abril de 1946, cuando se restableció el gobierno colonial holandés. Miles de soldados japoneses, provenientes de las guarniciones de Halmahera y otras islas cercanas, capitularon y entregaron las armas en Morotai. Entre ellos, había también unos 650 supervivientes de la guarnición original de la isla.

No todos se rindieron. Teruo Nakamura se ocultó en la jungla junto a un grupo de soldados taiwaneses. Durante más de diez años permaneció con ellos, hasta que en torno a 1956 decidió abandonarles y establecerse en solitario. Buscó un lugar alejado de todo, limpió un pequeño terreno en la selva y construyó allí una cabaña. Según explicó más tarde, se vio obligado a dejar el grupo después de que sus compañeros hubiesen intentado matarle.

A mediados de 1974 un avión descubrió accidentalmente la cabaña en medio de la jungla. Hacía solo unos meses que el teniente Hirō Onoda había aparecido en las Filipinas, y la sociedad japonesa estaba deseosa de noticias sobre nuevos casos de soldados imperiales rescatados en remotas islas del Pacífico. En noviembre de 1974 la embajada de Japón en Yakarta solicitó al gobierno indonesio una operación de búsqueda y rescate. El 18 de diciembre fuerzas del Ejército del Aire indonesio llegaron al lugar donde había sido vista la cabaña, capturaron a Nakamura y se lo llevaron por la fuerza a Yakarta. Poco después fue repatriado a Japón.

Llegada a Tokio de Teruo Nakamura:


El recibimiento a Nakamura fue mucho más frío que el que los japoneses brindaron a Hirō Onoda o a Shōichi Yokoi. Lo cierto es que su aparición, además de suponer un problema diplomático, era un recordatorio del polémico pasado colonialista de Japón. Porque Teruo Nakamura no era japonés. De hecho se había convertido en un apátrida. Después de la guerra, las Naciones Unidas habían reconocido la soberanía china de Formosa. En los años posteriores se sucedieron sangrientos disturbios en la isla cuando los pueblos nativos se rebelaron contra el dominio chino. La situación empeoró para ellos cuando la guerra civil china terminó con la victoria de Mao, y millones de refugiados, partidarios del Kuomintang, llegaron a Taiwan e instauraron allí la República de China (que pretendía ser el único gobierno chino legítimo, y que como tal fue reconocido por un gran número de países). Para los japoneses Nakamura no era japonés, pero desde luego tampoco era chino. No hablaba ni japonés ni mandarín. La prensa taiwanesa le llamaba por su nombre chino, Lee Guang-Hui, un nombre que él nunca había oído hasta entonces. Pese a todo, Nakamura decidió regresar a Taiwan, su tierra natal. Murió de cáncer de pulmón en junio de 1979, solo cuatro años después de dejar su cabaña en la jungla de Morotai.

Fuentes principales:
http://laescaleradeiakob.blogspot.com.es/2011/10/los-soldados-japoneses-que-no-se.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Teruo_Nakamura

http://en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_Morotai


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