El sacrificio de un capitán de submarino

El día después del ataque a Pearl Harbor el Commander (rango de la US Navy equivalente a capitán de fragata) Howard Gilmore recibió el mando del Growler, un submarino de la clase Gato recién salido del astillero. Su misión era poner a punto el sumergible y a su tripulación para adelantar lo máximo posible su entrada en servicio, y a la vista de los resultados no hizo un mal trabajo. A mediados de marzo de 1942, tras finalizar las pruebas de mar y el periodo de entrenamiento, el Growler fue enviado a Brisbane, en Australia, con Gilmore todavía como comandante. Con base en el puerto australiano el submarino completó tres patrullas de combate en aguas del Pacífico, en las que tanto el capitán como el resto de la tripulación demostraron una preparación y una audacia impropias de submarinistas inexpertos como ellos. Ya en su primera misión, en julio de 1942, el Growler salió victorioso de un enfrentamiento con tres destructores japoneses en aguas de Kiska, en las Aleutianas, hundiendo uno de ellos y dañando de gravedad a los otros dos.

El 1 de enero de 1943 el Growler zarpó de Brisbane para iniciar su cuarta patrulla. En la noche del 6 al 7 de febrero, ya en su zona de operaciones (al norte de Rabaul), los estadounidenses avistaron un convoy naval japonés. Gilmore decidió atacar en superficie, aprovechando la oscuridad. Cuando se aproximaba sigilosamente a su objetivo, el sumergible fue descubierto por el Hayasaki, uno de los barcos de la escolta. El Hayasaki era un buque auxiliar armado tan solo con cargas de profundidad y ametralladoras antiaéreas, aunque relativamente grande (su función original había sido la de barco de suministros). El capitán japonés comprendió que la mejor manera de acabar con el submarino enemigo sería embistiéndolo con su buque, y ordenó lanzarse a toda máquina contra él. En el último momento Gilmore se percató del peligro y ordenó virar para esquivar la proa del Hayasaki. Con aquella brusca maniobra los estadounidenses evitaron que el barco japonés les pasase por encima, pero no pudieron impedir la colisión. El Growler chocó contra uno de los costados del Hayasaki. La proa del submarino quedó destrozada por el impacto, doblada hacia el lado de babor y con los tubos lanzatorpedos inutilizados.

Los japoneses comenzaron entonces a disparar contra el submarino con sus ametralladoras. Una de las ráfagas alcanzó el puente, donde se encontraba Gilmore con algunos de sus oficiales y varios vigías, matando al oficial de cubierta e hiriendo al capitán y a otros dos hombres. Gilmore ordenó despejar el puente, y todos los que se encontraban en él se lanzaron rápidamente al interior. El segundo oficial del Growler, el teniente Arnold Schade, esperaba junto a la escotilla a que se completase la evacuación. Todos eran conscientes de que si querían tener alguna posibilidad de sobrevivir no se podían permitir perder ni un solo segundo. Pero todavía faltaba un hombre por entrar, el capitán herido. En ese momento se oyó la voz de Gilmore: "¡Llévelo abajo!". Schade dudó unos instantes, pero sabía que la situación era crítica y debía actuar sin vacilaciones. El oficial cerró la escotilla y ordenó la inmersión, dejando a su capitán en el exterior del submarino.

Más tarde, cuando pasó el peligro y el Growler volvió a emerger, no había ya ni rastro de japoneses. Tampoco de su capitán. Gilmore se había sacrificado para salvarles. Su última orden, "Take her down!" (literalmente “¡Llévela abajo!”) se convirtió en un lema del arma submarina de la US Navy.

La tripulación realizó las reparaciones de emergencia necesarias para salvar el buque, y el 17 de febrero el Growler regresó a Brisbane.

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